Lucas no entraba en ningún ranquin de belleza, él nunca sería el chico por el que suspiran todas las chicas del instituto y eso a Lucía le gustaba. Lucas parecía un chico sensible, al que se emocinaba escuchando una pieza de piano, (como había ocurrido hoy en clase de música), y eso a las chicas de hoy en día no les gusta, aunque lo niegen a todas les gusta los típicos niñatos, chulos, rebeldes y maleducados que piensan que por ellas "cambiarán". Pobres chiquillas. Miró a sus amigas. Estaban las cinco sentadas junto a ella en un banco. Marta comía su bocadillo pensando seguramente en su próxima conquista, Andrea y Ángela discurtían sobre a qué discoteca irían a enborracharse este sábado, mientras que Laura y Miranda juzgaban a Lucas. Se centro en esa conversación.
-Nose... parece majo... pero es un poco feo. Y... ¿Habeis visto como viste? ¡Parece que le haya robado la ropa a su abuelo!- dijo Laura. Lucía no se había fijado en su ropa hasta ahora, lo volvió a mirar. Llevaba una camiseta de botones blanca, unos pantalones de color gris y unos zapatos elegantes de un negro brillante. Lucía sonrio...le quedaba de maravilla esa ropa, parecía un príncipe sacado de películas antiguas. No se parecía nada a los demas chicos, quizás por eso estaba tumbado solo. Lucía estaba furiosa con sus amigas, pero más consigo misma. Ella era como Lucas, no se parecía a ninguna de sus amigas, no compartía sus aficciones, sus gustos, su manera de pensar y ella sabía perfectamente que sus amigas la ponian verde en cuanto se iva, eran falsas, y le habían dejado tirada en muchas ocasiones. Pero nunca tuvo el valor suficiente para hacer lo que hizo Lucas. Mejor sola que mal acompañada. Así que por eso, penso en todo el sufrimiento que le habían causado sus "amigas" aunque obviamente no se les debería llamar asi, se armo de valor y dijo:
-A mí me parece guapo y encantador. Me parece de hipócritas juzgar a la gente por su aspecto, ponerle etiquetas. Porfavor, vosotras tampoco sois nada del otro mundo. Ser un poquitín más humildes, es mi último consejo. Os deseo que seais muy felices, gracias por dejarme plantada tantas y tantas veces, por no escucharme, por criticarme, por hacer que no tenga ganas de nada, por robarme mi ilusión, por alimentaros de mi sufrimiento y por enfriar hasta el punto de congelar mi corazón. ¿Sabeis por qué?, porque sé que gracias a eso, jamás me volveré a juntar con gente como vosotras. Espero que la vida os haga crecer, porque creedme, lo necesitais.
Continuará...