sábado, 13 de noviembre de 2010

10 meses antes del adiós...

-Lucas, miráme a los ojos. Jamás (y tu sabes que yo nunca digo jamás) voy a dejar que otro idiota me haga creer que soy una más del montón. ¿Sabes por qué? porque yo nunca seré alguien "corriente". Porque me da igual si piensan que soy rara. Me parece más valiente ser yo misma. 

+ Yo siempre te dije que tu rareza y tu particular forma de ser hacen que mi vida se llene de luz..
Lucía... ¿Porque no me creiste a mí en lugar de a otro idiota?

-Tienes razón... menos mal que te tengo como amigo. Siempre estás a mi lado cuándo las cosas van mal, eres el único que hace eso por mí. (se abraza a él y pone los ojos en blanco...)

+(se agacha y le susurra...)  "Lucía, yo no estaré cuándo lo necesites. Estaré siempre. Quieras o no"


María.

viernes, 12 de noviembre de 2010

:)

Si hay algo que de verdad amo..
 es la felicidad en los ojos de los demás y saber que yo he contribuido en ella.



María

sábado, 6 de noviembre de 2010

Clara.

Clara... era una chica poco común. Todo el que pensaba en Clara, pensava únicamente que era muy poco sociable y excesivamente tímida o callada. Incluso los pocos privilegiados que la conocían se atrevían a decir que ella tenía su propia forma de ver las cosas, distinta, muy distinta a la de todo el mundo. Pero no solo era eso. A Clara solo la conocía Clara, y a veces ni eso. Tenía el pelo escalado e irregular y cada punta de cada mechón simulaba a las olas del mar, un mar siempre con tormenta. Y no solo eso, su color, además, era negro cómo la profundidad de la noche y  rompía con su piel casi alvina haciendo un raro, pero bellísimo contraste. Pero no era eso lo que le hacía físicamente especial: Sus ojos. Sus ojos tenían un color único. El que no sabía valorarla o aquellos que la envidiavan decían que tenía los ojos azules. Pero sus ojos tenían el mismo color, belleza y profundidad de la luna. Sus ojos eran plateados, para que lo entendais, pero si de verdad amais la luna, amaríais los ojos de Clara. Sus labios, extrañamente, nunca necesitarón carmín pues siempre vestían de rojo.


Clara nunca se maquillaba. Aunque no es de extrañar, era casi un delito manchar su cara y sus ojos luna. Ella no solía hablar, pero cuándo lo hacía siempre eran palabras perfectamente medidas y pensadas con anterioridad. Muy pocas veces decía algo que dejase ver algo de su vida privada. Era cerrada muy cerrada y todo lo que sentía lo llevaba por dentro, siempre por dentro. En realidad era sensible, le afectaba casi todo. Pero tenía el don de guardar sus lágrimas para luego, cuándo estubiese sola. Lloraba amenudo, aunque eso nadie lo sabía...

 A Clara le gustavan las cosas calculadas y medidas, nada de improvisaciones. Pero hubo una cosa que no pudo prevenir...


Continuará...

María,